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Cielo e Infierno Introducción | El alma (hebreo nefesh) | El estado de los muertos Introducción Este folleto se ha escrito para mostrar que en contraste con las claras y razonables enseñanzas de las Escrituras, las ideas populares acerca del cielo y el infierno no son razonables. ¿Cuáles son estas ideas? Por siglos ha sido comúnmente creído por la mayoría de cristianos nominales que el cielo es la morada de los justos muertos, donde experimentan gozo y felicidad eternos, y que el infierno es el lugar de habitación de los malos, quienes están sujetos a tormento sin fin en fuego inextinguible. En tiempos más recientes, muchos han abandonado la idea del infierno, y con ella cualquier deseo real de investigar si es, de hecho, un verdadero reflejo de lo que la Biblia enseña. Este aborrecimiento del sufrimiento eterno (seguramente un instinto correcto) ha dado por resultado que los hombres, en cambio, alimenten una vaga esperanza de salvación universal por medio de la cual todos gozarán de felicidad eterna, independientemente de las obras hechas durante su vida mortal. Sin embargo, eso ha dejado a su vez a la gente con una sensación de incomodidad porque consideran injusto asumir que puede haber un premio para ambos, buenos y malos, igualmente. Los cristadelfianos no comparten ni la idea moderna del "cielo para todos," ni las ideas más tradicionales de bendiciones en el cielo y castigo en el infierno. Han leído la Biblia por sí mismos (tal como esperamos que harán los lectores de este folleto) y han concluido que, aunque el cielo y el infierno son mencionados muchas veces, estos no son lugares de eterna morada donde la gente espera o teme ir cuando muera. Un grave error ha sido cometido en la interpretación bíblica. Pero el error no se relaciona en primer término con el cielo y el infierno; el error realmente surgió de otra teoría: que todos los hombres nacen con la llamada "alma inmortal." Esta es diversamente descrita como una "entidad que nunca muere," o una "chispa divina." Al alma le son atribuidas todas las características de lo que es llamado "el verdadero hombre": personalidad, conciencia, razón, entendimiento, emociones y todas las cualidades morales de las que el hombre es capaz. Del cuerpo se dice que es mortal y corruptible, convirtiéndose en polvo y cenizas después de la muerte; mientras que el alma es inmortal e incorruptible, y sigue viviendo en eterna dicha o aflicción. Por supuesto, cuando uno ha aceptado tal punto de vista acerca de la naturaleza humana, entonces la creencia en otro lugar como el permanente y continuo hogar del alma después de la muerte se vuelve una necesidad lógica. Pero si este punto de vista acerca de la naturaleza humana es incorrecto, entonces el concepto popular del cielo e infierno también puede ser totalmente falso. Por consiguiente, proponemos examinar brevemente la enseñanza bíblica concerniente al alma y la naturaleza humana, y partiendo de esta base, establecer la razonable y lógica enseñanza de la Biblia referente al destino final de los justos y los malvados. El alma (hebreo nefesh)
Es el hombre mismo, el cuerpo formado del polvo, activado por el aliento de vida, el que es descrito como ser o alma viviente. La palabra hebrea original nefesh significa simplemente "una criatura que respira," y es usada no sólo para hombres, sino también para animales. Por ejemplo:
En realidad, la palabra nefesh es usada en una variedad de sentidos en nuestra traducción bíblica. Muchas veces es traducida "alma"; otras tantas, "vida," "persona," "alguno," etc. Entre las demás traducciones figuran "corazón," "ánimo," "animal," "muerto" (Levítico 19:28), "cadáveres" (Levítico 22:4), "esclavo" (Levítico 22:11), e incluso "estómago" (Isaías 29:8). Pero su uso está siempre asociado con la actividad de una criatura viva que respira y nunca implica referencia alguna sobre la duración de la vida. Lejos de atribuir inmortalidad al alma, la Biblia declara enfáticamente que no solamente puede morir, sino que debido a su propia naturaleza, tarde o temprano tendrá que morir.
No podríamos tener un testimonio más claro de que las almas mueren. El estado de los muertos
La desobediencia a los mandamientos de Dios traería la muerte. Lo que la muerte implica se hace claro cuando Dios sentencia a Adán por su pecado:
Había de ocurrir, en efecto, un proceso inverso al de la creación. Dios formó al hombre del polvo e introdujo el aliento de vida en su cuerpo, para que llegara a ser una criatura viva, que respirase. En la muerte, Dios retira esa energía portadora de la vida, de la cual El solo es la fuente (ver Job 34:14, 15; Salmos 36:9); y el cuerpo se corrompe y dispersa en el polvo (Eclesiastés 12:7). Polvo al polvo
El salmista escribe:
Así que no hay existencia consciente en la muerte: ninguna parte del hombre sigue viviendo, ni en el cielo, ni en el infierno. No hay prolongación de la existencia, ni aun para los justos. Un siervo fiel de Dios, el rey Ezequías, escribió:
Y el sabio resume la posición:
Frente a tan clara enseñanza acerca de la muerte, ¿qué necesidad hay de mayor explicación? La existencia no continúa después de la muerte, sea en el cielo o en el infierno. La Biblia nos habla simple y lógicamente, conduciéndonos inevitablemente a esta conclusión. Esto no quiere decir, por supuesto, que no hay recompensa para los justos o castigo reservado para los desobedientes. Pero cualesquiera que estos puedan ser, dada la armonía que existe a través de la Biblia, tal premio o castigo debe ser consistente con los hechos que ya hemos establecido. Un estudio de lo que las Escrituras dicen respecto del cielo nos conducirá suavemente adelante en el desarrollo de nuestro entendimiento de lo que la Biblia enseña sobre estos vitales temas de la vida y la muerte. El cielo, morada de Dios
Cuando Salomón construyó su templo, una casa para morada de Dios, él también reconoció esta verdad:
Pero, aunque el Espíritu de Dios llena todo el espacio, esta verdad es compatible con el hecho de que las Escrituras hablan de un "lugar de morada." En esa misma ocasión Salomón rogó a Dios por Israel, diciendo:
"Padre nuestro que estás en los cielos"
Jesús enseñó a sus discípulos a orar, diciendo:
Este concepto de la habitación celestial de Dios es resumido en los pasajes siguientes:
El hombre no tiene acceso a la presencia de Dios en los cielos; pero el Señor Jesús, el unigénito Hijo de Dios, después de su resurrección, "fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios" (Marcos 16:19). De nuevo, esta es la conclusión lógica a la que nos han conducido las Escrituras:
La tierra es la herencia del hombre
El Señor Jesús se estaba refiriendo a este salmo cuando dijo: "Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad" (Mateo 5:5). El enseñó a sus discípulos a orar diciendo: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mateo 6:10). Juan tuvo una visión de los redimidos (librados del pecado y de la muerte), los cuales cantan:
Por consiguiente, la tierra es la habitación del hombre y también su prometido y eterno lugar de morada. Dejaremos por ahora solamente planteada la interrogación de cómo es garantizada esta herencia en la tierra, debido a que antes debemos poner en claro algunos malentendidos comunes acerca del infierno. El infierno es la sepultura
En el Nuevo Testamento, hades es el equivalente de la palabra hebrea sheol. La Septuaginta, una traducción del Antiguo Testamento al griego, compilada doscientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesús, usa hades casi sin excepción para representar sheol. En el discurso de Pedro en el día de Pentecostés, éste cita el Salmo 16 para probar la resurrección de Jesús, usando la palabra hades donde aparece sheol en la versión hebrea del salmo:
Fuego del infierno Para el propósito de la presente investigación, tomaremos solamente un pasaje. La explicación dada en este caso se aplica igualmente a los otros. Se han seleccionado las palabras de Marcos 9 (paralelas a Mateo 18:8, 9), porque éste es, sin ninguna duda, el ejemplo más explícito y completo de la enseñanza del Señor acerca del Gehena:
Leyendo de manera superficial, uno podría sentir cierta repugnancia por el fuego eterno y los gusanos que nunca mueren. Felizmente, ninguna de estas ideas está envuelta en un verdadero entendimiento de este pasaje. La palabra gehena, traducida aquí "infierno," viene de la expresión hebrea ge-hinom, que significa "el valle de Hinom." Este es de hecho un lugar geográfico, un valle llamado algunas veces Tofet, que todavía existe en las afueras de la ciudad de Jerusalén. Desde tiempos antiguos era un lugar de mala reputación, asociado con la adoración de ídolos y aborrecido por los judíos debido a las horrendas prácticas de la adoración falsa (ver, por ejemplo, Jeremías 7:31-33). En los días del rey Josías, el valle fue limpiado y sus prácticas malas fueron prohibidas (2 Reyes 23:10). Sin embargo, su infamia persistió y el valle llegó a convertirse en el basurero de la ciudad. Más tarde, fue usado para deshacerse de los cadáveres de animales y de criminales ejecutados. Para este propósito y para evitar el hedor de la putrefacción, se mantenía fuego ardiendo continuamente; los cadáveres que el fuego no alcanzaba a consumir eran devorados por gusanos. De esta manera el valle de Hinom, posteriormente llamado Gehena, vino a ser sinónimo de muerte y destrucción inexorable, y es a este valle, el entonces basurero de Jerusalén, al que Jesús se refería cuando hablaba del "infierno." La alusión al fuego que nunca se apaga comienza ahora a entenderse con más claridad: expresa la naturaleza del juicio divino. Los juicios de Dios son seguros e implacables. Esto es, en verdad, lo que se sugiere con la frase "el fuego que no se apaga y el gusano que no muere." Nadie puede evitar o interferir el manifiesto juicio de Dios sobre los que le vuelven la espalda. Tártaro
En la mitología griega la palabra se refiere a una caverna, un mundo subterráneo donde eran lanzados los malos. El uso de esta palabra de ningún modo contradice la clara enseñanza de las Escrituras que ya hemos expuesto. Su uso surge de las peculiares circunstancias relacionadas con el hecho que Pedro está relatando. Hay alguna incertidumbre sobre lo que realmente quiere decir la frase "los ángeles que pecaron." Probablemente sea una alusión a Datán y Abiram, quienes después de hablar contra Moisés y rebelarse contra Dios, sufrieron un castigo singular cuando "se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. Abrió la tierra su boca, y los tragó...y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron" (Números 16:31-33). Este evento seguramente provee una explicación adecuada del uso de la palabra Tártaro que hace Pedro en esta sola ocasión. El destino de los malos
El castigo final de los malos es, por consiguiente, la aniquilación, la muerte perpetua, el ser eliminados para siempre de la tierra de los vivientes. Esto es justo y apropiado a la luz de nuestro entendimiento de las enseñanzas bíblicas sobre la vida y la muerte, "porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). La recompensa de los justos
¿Cómo será realizado esto? La salvación que Dios ofrece necesitaba de la resurrección de Jesús de entre los muertos. Esto ha hecho posible que los hombres fieles sean resucitados tal como él mismo lo fue. Por eso Jesús podía decir: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá" (Juan 11:25). En otra ocasión manifestó: "Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación" (Juan 5:28, 29). En su primera carta a los corintios, el apóstol Pablo se refiere largamente a la resurrección de los muertos, mostrando que esto es el verdadero centro de la fe cristiana. Su reto para algunos que dudaban de la doctrina fue:
Resurrección
El apóstol no pudo ser más específico. Solamente por medio de la resurrección puede uno lograr la vida después de la muerte, y el Señor Jesucristo es el primero de una gran multitud; el primer fruto de una gran cosecha de creyentes muertos que vivirán de nuevo cuando Jesús regrese a la tierra. Allí tenemos la clave de toda la situación. Mientras el mundo continúe, como ahora, dominado por hombres malos, guiados por su ambición de poder, nos es difícil comprender cómo podrán los mansos heredar la tierra. Pero fundamental al propósito de Dios está la segunda venida de Jesús para derribar el reino de los hombres, destruir todo lo que se le oponga y establecer el reino de Dios, una sociedad divina fundada en los principios de justicia y equidad donde El mismo reinará para siempre (ver Mateo 6:10; Apocalipsis 11:15; 2 Tesalonicenses 1:7-10; Daniel 2:44; Miqueas 4:1-5). La enseñanza de la Escritura no es complicada ni difícil de comprender, sino racional y lógica. Juicio Considerando algunas objeciones "El reino de los cielos" Mateo 13 contiene algunas parábolas que Jesús usó para ilustrar este mensaje. La mayor parte son introducidas con las palabras "El reino de los cielos es semejante a..." pero algunas de las cosas que Jesús decía eran extremadamente difíciles de reconciliar con la idea del alma que es transportada al cielo a su muerte. Por ejemplo, en la parábola de la cizaña, "El campo es el mundo...la siega es el fin del siglo...De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo...Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre" (Mateo 13:24-30, 36-43). ¿Puede haber realmente quienes "sirven de tropiezo" en un reino en el cielo? Después de una entrevista con un joven rico que no podía resignarse a vender sus posesiones y seguirlo, Jesús dijo que "difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos...Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios" (Mateo 19:23, 24). Reino de los cielos y reino de Dios son dos frases con el mismo significado. Entonces, ¿por qué emplea Mateo la frase "reino de los cielos"? Algunos versículos del libro de Daniel en el Antiguo Testamento ilustran su significado: "En los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido" (Daniel 2:44). En otro capítulo, Daniel escribió: "El cielo gobierna" (Daniel 4:26). Aun el gran Nabucodonosor, rey de Babilonia, fue obligado a reconocer que Dios "hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra" y fue llevado a decir: "Alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo" (Daniel 4:35, 37). El reino de los cielos es por consiguiente una representación del dominio del cielo, y la frase puede ser aplicada razonablemente a cualquier área donde es reconocida la soberanía de Dios. Por esto, Jesús nos enseñó a orar: "Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mateo 6:10). La parábola del rico y Lázaro (Lucas 16:19-31) Note Ud. cómo el detalle de la parábola es completamente incompatible con la idea comúnmente sostenida de almas inmortales en el cielo y el infierno. El hombre rico y Lázaro pueden observarse uno al otro y platicar desde sus respectivas lugares. Ellos no son espíritus inmateriales, sino que poseen cuerpos con dedos y lenguas (Lucas 16:24). La parábola fue, entonces, una terrible advertencia a los judíos ricos y poderosos, los cuales creían que el mero hecho de haber nacido judíos les aseguraba las bendiciones de Dios. El ladrón en la cruz (Lucas 23:39-43) De cualquier manera, interpretar las palabras de Jesús como una seguridad de que él y el ladrón serían reunidos en el cielo ese mismo día no coincide con otras enseñanzas de la Biblia. Ya se ha mencionado el Salmo 16 (citado por Pedro en Hechos 2), que nos dice claramente que el alma de Jesús no fue al cielo sino al Seol o Hades (el sepulcro), de donde él fue levantado el tercer día: "Porque no dejarás mi alma en el Hades, ni permitirás que tu santo vea corrupción" (Hechos 2:27). Hay más textos que también podríamos examinar. Sin embargo, los ejemplos que hemos considerado nos ayudarán a apreciar que los pasajes aparentemente contradictorios tienen explicaciones adecuadas acordes con la enseñanza bíblica general. Conclusión
Este es un asunto de vida o muerte. De nuestra decisión depende nuestro futuro eterno: el olvido de la muerte perpetua o el glorioso despertar a la vida eterna al regreso de Jesús. ¡Cuán urgente es, por consiguiente, que abracemos la esperanza del evangelio mientras queda tiempo, para que no muramos "sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Efesios 2:12)! Dudley Fifield Traducido por Nehemías Chávez Zelaya Publicado por la Misión Bíblica Cristadelfiana Los Cristadelfianos somos una comunidad mundial de estudiantes de la Biblia. Si quisiera saber más acerca de nosotros y nuestras enseñanzas, por favor tomese unos momentos para navegar a través de www.labiblia.com. Tenemos aquí un muy amplio surtido de información acerca de nuestras creencias, y las verdaderas enseñanzas de la Biblia |
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