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El Hablar en Lenguas Dentro de los círculos religiosos, el movimiento carismático está creciendo en popularidad. Anteriormente, casi sólo los pentecostales afirmaban que poseían los dones milagrosos del Espíritu Santo o que hablaban en lenguas; hoy en día, muchas sectas pretenden haber tenido experiencias similares. En ciertos grupos religiosos el requisito indispensable para ser considerado un verdadero creyente es el haber tenido una "experiencia," y en ausencia de ésta, se razona que la verdad misma está ausente. Es más; mientras por muchos años algunas iglesias rechazaron vigorosamente y hasta ridiculizaron la idea de que se estaban produciendo milagros, actualmente han capitulado ante la tendencia popular y se han unido a las filas de los que insisten en que disponen de los milagrosos y místicos poderes del Espíritu Santo. No dudamos de que algunas personas hayan tenido experiencias extraordinarias. Tampoco dudamos que la fe es capaz de efectuar ciertas curaciones. Si una persona cree con suficiente fuerza determinada noción, esto puede tener un efecto extraordinario sobre las emociones e incluso puede causar reacciones físicas. Esto puede pensarse y enseñarse como una manifestación de los dones del Espíritu Santo. No existe duda de que el "nacimiento del Espíritu" es enseñado en la Biblia. El Señor mismo declaró que si una persona no es nacida del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios (Juan 3:5-8). Sin embargo, lo que actualmente pasa por posesión del Espíritu Santo no es el nacimiento espiritual a que se refiere el Señor. Debido a que la salvación personal está ligada a nuestro entendi miento de la verdad enseñada en la Biblia (Romanos 1:16; Efesios 4:4-6), es importante que sepamos con exactitud si lo que creemos está de acuerdo con esa verdad. ¿Ha prometido Dios realmente conceder los poderes milagrosos del Espíritu Santo en estos días? La razón por la que fueron dados los dones del Espíritu Este fue solamente el comienzo de los milagros realizados por los discípulos. Así como se dijo de Jesús que él era "varón aprobado por Dios con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo por medio de él" (Hechos 2:22), así ahora de sus seguidores también fue dicho: "...testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad" (Hebreos 2:4). Los enfermos fueron sanados; los ciegos recibieron la vista; los discípulos hablaron en lenguas extranjeras sin haber tenido que aprenderlas. Estos milagros fueron efectuados por el poder del Espíritu Santo. Ponían el sello de Dios en el testimonio de los apóstoles, demostrando que él estaba con ellos y que las doctrinas que enseñaban eran verda deras. Tal respaldo fue necesario en esos tiempos porque la predicación del evangelio en el nombre de Cristo Jesús era una cosa nueva. El mundo pagano se opuso al evangelio porque desafiaba sus dioses. El mundo judío lo rechazó porque exigía creer que el Jesús crucificado y resucitado era el Mesías. Algunas señales divinas extraordinarias fueron necesarias para vencer el prejuicio de la época y demostrar fuera de toda duda que el cristianismo era verdadero. Los milagros realizados por los discí pulos del Señor tenían esta intención. Mostraban que el sello de Dios estaba en sus enseñanzas. Los cristadelfianos enseñamos que el poder de efectuar milagros de sanidades y hablar en lenguas no está vigente en la actualidad. Mantenemos esto porque la Biblia enseña que los dones del Espíritu fueron otorgados como ayuda temporal. Al cumplir el propósito para el que Dios los había concedido, fueron retirados. Cómo fueron dados los dones del Espíritu El mundo moderno ha llegado a conocer bien a los así llamados "evangelistas," hombres, mujeres y hasta niños, que afirman poseer dones milagrosos. Su principal recurso es generalmente una personalidad carismática, cuidadosamente preparada para el propósito del momento, y realzada por un bien preparado ambiente musical y de oratoria. El escritor de este artículo ha visto personalmente a una niña de diez años de edad afirmar que poseía el don de Dios y el poder de realizar milagros, atrayendo una corriente de personas engañadas que desfilaban para ser bendecidas por ella mientras tocaba su corneta. Su audiencia imaginaba estar presenciando el poder del Espíritu Santo, pero en realidad, a la luz de la enseñanza bíblica, era obvio que estaban siendo movidos por un "poder engañoso, para que crean la mentira." Esto es evidente cuando se considera la forma en que los dones del Espíritu Santo eran concedidos en los tiempos apostólicos. En primer lugar, el que los recibía debía poseer un correcto entendimiento de la verdad; y en segundo lugar, los dones milagrosos eran concedidos únicamente por la imposición de manos de los apóstoles. La Biblia relata: "...por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo" (Hechos 8:18). Esta evidencia es importante. Muestra que sólo los apóstoles tenían el poder de otorgar a otros los dones del Espíritu Santo. Esto está revelado claramente en un incidente registrado en Hechos 8. El evangelista Felipe fue enviado por Dios a Samaria a predicar el evangelio, y cuando "anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres" (Hechos 8:12). Su predicación fue acompañada de "las señales y grandes milagros" (Hechos 8:13) que él hacía. Pero el texto bíblico claramente muestra que aunque Felipe podía realizar milagros, no podía conceder a otros los dones del Espíritu Santo. Los apóstoles tuvieron que viajar desde Jerusalén a Samaria para que los creyentes "recibiesen el Espíritu Santo" (Hechos 8:15), porque solamente "por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo" (Hechos 8:17, 18). Este hecho debe ser considerado cuidadosamente. Hechos 8 muestra claramente que:
Siendo éste el caso, ¿qué sucedió cuando el último apóstol murió? No quedando nadie capaz de trasmitir los dones del Espíritu Santo, éstos cesaron gradualmente, de modo que es completamente falsa la afirmación de los predicadores modernos que proclaman tener estos dones. Otros pasajes de la Biblia que muestran que el Espíritu Santo fue impartido por la imposición de las manos de los apóstoles son los siguientes:
¿Qué de Cornelio? ¿Por qué en este caso se hizo a un lado la regla general? Porque Cornelio era un gentil, y antes de ese tiempo la verdad de Cristo había sido predicada solamente a los judíos. Los apóstoles no creían correcto proclamar el evangelio a los gentiles en iguales términos que a los judíos, y tenían que aprender a no discriminar entre las dos clases de personas. Pedro abundó en claridad sobre esto cuando en su predicación a Cornelio proclamó:
Esta verdad fue confirmada en forma indiscutible al conceder Dios a Cornelio el Espíritu Santo, tal como Pedro testificó ante sus compañeros hermanos en Jerusalén (Hechos 11:13-17). El caso de Cornelio es claramente excepcional, siendo concebido como un testimonio para mostrar que Dios había abierto el poder salvador del evangelio a los gentiles de la misma manera que a los judíos. Tal como Pablo explicó más tarde, fue un testimonio de que de allí en adelante, en la predicación del evangelio, los gentiles recibirían el mismo trato que los judíos (véase Hechos 15:7-9). Por consiguiente, no puede insistirse en el ejemplo de Cornelio para apoyar la concesión de los dones del Espíritu Santo en ausencia de los apóstoles, porque de allí en adelante eran concedidos a los bautizados, solamente cuando un apóstol les imponía las manos para tal propósito (Hechos 19:6). Predicción del retiro de los dones del Espíritu Santo
La promesa de los dones del Espíritu Santo se hace aquí a tres clases de personas:
La declaración de Pedro en el día de Pentecostés limitaba la concesión de los dones del Espíritu Santo a los creyentes: "Para cuantos el Señor nuestro Dios llamare." Los que actualmente sostienen que poseen este poder y sin embargo siguen enseñando doctrinas opuestas al mensaje básico de la Biblia, no pueden poseer el genuino don de Dios. La influencia que verdaderamente poseen es la de la mente sobre la materia, y no la de Dios; tampoco es milagrosa en el sentido bíblico del término. Por otra parte, Pedro limitaba el alcance de la promesa, diciendo: "Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos." Eso se refiere, obviamente, a un período de tiempo. Las palabras de Pedro dan a entender que la promesa estaba limitada a sus oyentes y a la siguiente generación. ¿Por qué Pedro limitaría así el período durante el cual serían otorgados los dones del Espíritu Santo? Porque él se daba cuenta de que al morir los apóstoles, el instrumento de Dios para la comunicación de los dones ya no estaría disponible y, por consiguiente, éstos cesarían de manifestarse. La afirmación de Pedro fue confirmada por Pablo, quien escribió detalladamente sobre este tema, dedicándole tres capítulos de su primera epístola a los corintios (capítulos 12, 13 y 14). En el capítulo 12 enumeró los diferentes dones, se refirió a la forma en que eran manifestados por los miembros de la comunidad, habló de la importancia de los dones, y concluyó diciendo: "Procurad, pues, los dones mejores. Mas yo os muestro un camino aun más excelente" (1 Corintios 12:31). Estas palabras forman el prefacio de uno de los capítulos más hermosos de la Biblia: el maravilloso discurso de Pablo sobre el amor (1 Corintios 13). Comienza declarando que el amor es el más grande poder del bien, superando ampliamente a los dones del Espíritu. La manifesta ción de fe, esperanza y amor del creyente demuestra que en él mora la palabra espiritual de Dios. Por otra parte, los dones del Espíritu tales como el poder de realizar milagros, hablar en lenguas y sanar, eran como "metal que resuena, o címbalo que retiñe" en ausencia de las otras tres virtudes, mientras que de las tres, el amor es la virtud más perdurable de todas. Pablo contrasta la influencia y permanencia del amor con los dones del Espíritu, los cuales, declara, sólo eran manifestaciones temporales del poder divino, que pronto serían quitadas. Así él escribió:
Pablo predijo claramente que los dones del Espíritu serían quitados, y enseñó que los creyentes no debían exagerar su importancia. Al contrario, debían tratar de desarrollar fe, esperanza y amor, virtudes que ganarían para ellos una herencia eterna en el reino de Dios. De acuerdo a la enseñanza de Pablo, los dones del Espíritu ya no están disponibles en la actualidad. De otro modo, ¿por qué habría enseñado Pablo que estos dones se acabarían? ¿No es obvio que, como la Biblia enseña, estos dones cesarían, de modo que los fenómenos que se proclaman actualmente como dones del Espíritu no lo son? De otro modo la Biblia resultaría ser falsa. El propósito básico de la concesión del Espíritu Santo era guiar a los apóstoles a "toda la verdad," a "saber las cosas que habrán de venir" y a recordar todo lo dicho por Jesús (Juan 14:26; 16:13). Por tales medios, la revelación de Dios para el hombre sería completada tal como lo está en la Biblia. Así la Biblia concluye con una prevención contra el que "añadiere a estas cosas" escritas en ella (Apocalipsis 22:18). Respuesta a una objeción Pablo predijo que tal estado de cosas no continuaría, y que cuando la completa revelación de Dios se diera a conocer al hombre por medio del poder del Espíritu Santo, este poder sería quitado. Así escribió:
¿Qué se da a entender por "lo perfecto"? Algunos sostienen que esto se refiere a la perfección de la naturaleza humana, la inmortalidad, la cual será concedida a los justos en la venida de Cristo (1 Corintios 15:23, 53), y, por consiguiente, los dones del Espíritu continuarían hasta entonces. Pero tal interpretación significaría que el Espíritu Santo sería quitado al venir Cristo, lo cual no es el caso. Al contrario, se manifestará con más grande poder. La palabra griega teleios, traducida "perfecto" en este versículo, significa "completo," "terminado" o "acabado." Otra forma de la misma palabra ocurre en Juan 17:4, donde es traducida "acabado." Ocurre de nuevo en 1 Corintios 2:6 donde Pablo declara que él enseñó las más profundas cosas de la sabiduría divina a "los que han alcanzado madurez," o sea los que tienen madurez en el entendimiento espiritual. En Efesios 4:11, 12 escribió:
Según el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español de Francisco Lacueva, la palabra traducida "perfeccionar" significa literalmente "equipar" (ver nota al margen). También la versión Reina-Valera Actualizada traduce, "...a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio." "Perfeccionar a los santos" es algo que tiene lugar ahora y no algo que se espera en el futuro. Son perfeccionados, llevados a la madurez en el entendimiento, y "enteramente preparados" (2 Timoteo 3:17) para la predicación por medio de la revelación completa de Dios en la Biblia. Hasta los tiempos apostólicos existía solamente el Antiguo Testamento, pero posteriormente la revelación de Dios fue completada o perfeccionada a medida que los libros del Nuevo Testamento fueron escritos y preservados. Esto fue logrado por medio de los escritos inspirados de hombres del primer siglo, dotados de Espíritu Santo: apóstoles como Pablo y Juan, evangelistas como Lucas, pastores y maestros como Santiago y Judas. Por medio del ministerio de tales hombres la revelación final de Dios fue incorporada en la Biblia. Habiendo llegado la completa o perfecta revelación de Dios, aquello que fue manifestado en parte (el poder del Espíritu Santo) se acabó (1 Corintios 13:10). Los apóstoles abandonaron la escena y nadie quedó con capacidad de trasmitir a otros el Espíritu Santo. Sin embargo, permanece la Biblia completa, la cual apropiadamente provee todo lo necesario, a fin de equipar completamente a los creyentes para la obra de servir a Dios. Esta es una obra del Espíritu Santo actuando por medio de los hombres que la escribieron (Hebreos 1:1; 2 Pedro 1:21). La revelación de Dios al hombre se terminó cuando Juan, el último de los apóstoles, transcribió el Apocalipsis. Sólo él quedaba de aquella pequeña compañía de hombres (los apóstoles) que tenían el poder de trasmitir a otros los dones del Espíritu Santo. Con su muerte, algún tiempo después del año 96 de nuestra era, los dones del Espíritu Santo manifestados por los creyentes disminuyeron y finalmente cesaron. No quedó nadie para trasmitirlos a la nueva generación de discípulos. Las palabras de Pedro en el día de Pentecostés se habían cumplido, ya que los dones del Espíritu Santo habían sido manifestados por los que aceptaron el evangelio en su día, y por sus hijos. Ahora los dones cesaron, como Pablo había predicho. Los creyentes tenían la revelación total de Dios en la Biblia y asimilando su mensaje podían desarrollar las virtudes de fe, esperanza y amor que Pablo enseñaba como "un camino aun más excelente" para agradar al Padre. Lenguas pentecostales
La "lluvia temprana" que el profeta predijo que descendería, fue la manifestación del Espíritu Santo en los tiempos apostólicos, tal como se muestra en la aplicación que Pedro hace de este capítulo a la predicación en el día de Pentecostés (Hechos 2:16). El profeta habla también de una "lluvia tardía" además de la lluvia temprana. En otras palabras, predijo dos derramamientos de Espíritu: uno en la primera venida del Señor, y otro en su segunda venida. Entre estos dos derramamientos habría de existir un período de "sequía" en lo que a los dones del Espíritu se refiere. Ese período de sequía comenzó con la muerte de los apóstoles y el consiguiente cese de los dones del Espíritu Santo, y continúa hasta el presente. Al regreso del Señor Jesús a la tierra, el poder del Espíritu Santo será de nuevo manifiesto, y en mayor grado que en el primer siglo. Resultará en la resurrección de los muertos y un cambio de naturaleza para aquellos que han vivido de acuerdo a los preceptos de Cristo, "porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad" (1 Corintios 15:53). Entonces se cumplirán las palabras del Señor Jesús: "El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios" (Juan 3:5). Así que la "lluvia tardía," el derramamiento del Espíritu en los postreros días, será más grande que el de la época apostólica, cuando fue dado moderadamente. Por medio del Espíritu será derramado juicio sobre el mundo de los impíos, y a todos los que estén dispuestos a escuchar les será predicado "el evangelio eterno" (Apocalipsis 14:6-8; 2 Tesalonicenses 1:7-10). Los fieles del Señor, resucitados e inmortales, cooperarán en ese trabajo de juzgar y predicar (Salmos 149:4-9). Siendo tal el caso, la enseñanza de Pablo de que el Espíritu Santo sería quitado (1 Corintios 13:10) no puede referirse al futuro (cuando será derramado en mayor grado que antes), y por consiguiente debe referirse al pasado. Por lo menos nueve dones diferentes Este último don sugiere que algunos estaban diciendo falsamente que poseían el poder del Espíritu Santo, y probablemente hasta fundaban su pretensión en "milagros" de sanidad; mientras en realidad no estaban en posesión del Espíritu. Sin embargo, su pretensión sería mostrada como falsa por otros que poseían el don que los habilitaba para distinguir falsos milagros de los verdaderos. Esto impedía que se levantaran hombres que engañaran a otros con doctrinas falsas, imitando los dones del Espíritu. Juan advirtió:
El don de discernimiento de espíritus impedía que surgieran charlatanes y farsantes pretendiendo ejercer poderes que no poseían. Refrenaba a los que con sus poderes carismáticos e hipnóticos ejercían influencia sobre otros, haciéndolos imaginar que tales cosas eran una manifestación del poder del Espíritu. También diferenciaba entre la llamada "fe" que sanaba debido a una mera excitación mental, y los milagros genuinos que los apóstoles realizaban (Hechos 3:7, 8). Las lenguas: el don menos importante El don de hablar en lenguas fue otorgado para que el cristianismo pudiera proclamarse en lugares remotos, tal como verdaderamente ocurrió (Marcos 16:15; Colosenses 1:23). Las "lenguas" que se hablaban eran lenguas extranjeras, puesto que "cada uno les oía [a los apóstoles] hablar en su propia lengua" (Hechos 2:6). Las personas que presenciaron este milagro quedaron maravilladas:
Actualmente existen personas que afirman "hablar en lenguas" y balbucean una jerigonza sin sentido como demostración de este poder. ¡Pero ese no es el don del que se habla en la Biblia! En las primeras congregaciones había algunos que se jactaban de poseer este don, pero sin ningún provecho. Oraban y hablaban en lenguas extranjeras solamente para demostrar su capacidad para hacerlo, aun cuando nadie se beneficiaba de tal acción. El apóstol condenó esta práctica:
Sin embargo, en desafío del precepto apostólico, algunos actualmente pretenden falsamente poseer los dones del Espíritu Santo, balbuceando emocionalmente una jerigonza incomprensible y nada edificante. Pablo condenó tal práctica, aun de parte de los que verdaderamente tenían el don, porque traía confusión a la congregación y ridículo a la verdad:
Si usted asiste a una reunión pentecostal en la que se afirma que los dones del Espíritu son manifestados, observará cuán acertadas son las palabras de Pablo. Una jerigonza ininteligible es presentada como "hablar en lenguas." Un desenfrenado paroxismo de emocionalismo entremezclado con gritos histéricos de "Aleluya" se interpreta como la influencia del Espíritu. Pero la reacción de un espectador neutral es exactamente como la describe Pablo. ¿Dónde están las sobrias palabras y la influencia de la verdad en tal exhibicionismo? No es una manifestación del Espíritu sino la sola excitación de la carne. Por otra parte, Pablo enseñó:
La proclamación de la verdad convencerá al incrédulo, haciendo que haga su propio examen judicial; al ser revelado "lo oculto de su corazón" se verá inducido a aceptar el camino de la salvación de Cristo, adorando de este modo a Dios (1 Corintios 14:25). En los días de los apóstoles, el don del Espíritu era necesario para poder profetizar, porque la revelación completa de Dios no había sido dada. Actualmente, sin embargo, los dones del Espíritu no son necesarios para tal propósito, porque todos pueden profetizar en el sentido de tomar de la Biblia ese mensaje de consuelo y edificación que ella misma proporciona. El Nuevo Testamento habla de
La moderna "sanidad divina" no es milagrosa El mundo religioso presenta el espectáculo de sectas antagónicas que se acusan entre sí de ser apóstatas, aunque ambas sectas pretenden realizar curas "milagrosas." Es obvio que Dios no puede estar con ambos bandos. Hasta las mismas sectas declaran esto. ¿Quién es entonces responsable por los milagros? La respuesta es que no son milagros divinos en lo absoluto, sino una manifestación del poder de la mente sobre la materia. También debe entenderse que por cada cura "auténtica" así realizada, hay muchos millares que fallan en su curación, y quienes se hunden en la desesperación, y, a menudo, en total falta de fe, resultando finalmente en incredulidad. No negamos que algunas curas puedan realizarse, porque una profunda emoción como el miedo, el placer o el terror puede producir una fuerte reacción física para bien o para mal. Puede hacer que el cabello se torne blanco, inducir sudor o palpitaciones del corazón, quitar el dolor, o aun provocar la muerte. El temor puede producir tal reacción física, que los animales a punto de ser sacrificados para alimento deben ser pacificados o, de otro modo, su temor afectará adversamente la calidad de la carne. La ciencia aún permanece ignorante de la extensión de tales influencias sicológicas; pero reconoce que pueden jugar un gran papel en efectuar algunas curas. Veamos el hipnotismo, por ejemplo. Ha sido usado con algún éxito en ciertos desórdenes nerviosos y, como es bien conocido, puede inducir a las personas a realizar toda clase de acciones extrañas, hasta volverse insensibles al dolor mientras se encuentran hipnotizadas. Similares reacciones sicológicas pueden ser inducidas por el dramático estímulo de una reunión emocional pentecostal o carismática en la que una masiva histeria se fomenta deliberadamente. Bajo la influencia del canto entusiasta o de la oratoria exaltada, las emociones de los feligreses son arrastradas hasta desarrollar un alto nivel de excitación, y los participantes pueden encontrarse en afinidad con el orador aunque frecuentemente ignoran el significado de la predicación. Por tales medios son liberados de sus inhibiciones, y su mente puede volverse tan excitada hasta sobreponerse al dolor y lograr pequeñas "curas" temporales. Sin embargo, la reacción posterior es frecuentemente mala. No obstante, tales reuniones están diseñadas para inducir el sentimiento de bienestar en los feligreses. Ellos sienten que han "recibido" algo, y para explicarlo acuden a la teología y sostienen que han sentido el poder del Espíritu Santo. Nosotros negamos esto y mantenemos que tal emocionalismo procede de la carne y no de Dios, y que los pretendidos "milagros" no son genuinos. No ponemos en tela de juicio la sinceridad de los que sostienen poseer los "dones de Espíritu" pero llamamos la atención sobre la enseñanza de la Biblia, que demuestra que estos no se manifiestan en la actualidad. La Biblia previene contra falsas pretensiones
Un ejemplo de lo que esto significa se ve en al Antiguo Testamento. A Moisés se le pidió presentarse ante Faraón con algunas señales milagrosas que autenticaran el mensaje procedente de Dios y su situación como líder de Israel. Pero los magos de Egipto imitaron esos milagros en tal forma como para inducir a los demás a creer que ellos también podían realizarlos (Exodo 8:18-21). Pablo cita este incidente para prevenir a los verdaderos cristianos a que no se dejen engañar de la misma manera por aquellos que falsamente afirmen tener dones del Espíritu Santo. Hablando de algunos que, según él, "llevan cautivas a las mujercillas cargadas de pecados" y que "siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad," escribe:
Janes y Jambres resistieron a Moisés imitando los dones del Espíritu que él poseía, y Pablo hace la prevención para que los cristianos no se extravíen de la misma manera, abrazando falsas enseñanzas, confiados de que el predicador posee el Espíritu Santo. Una persona no puede poseer los dones del Espíritu Santo mientras falla en el entendimiento correcto de la verdad bíblica. Lo más esencial para la salvación es un verdadero entendimiento del evangelio. La verdad debe ser establecida por medio de la enseñanza de la Biblia, no por la pretensión de algunos que dicen poseer poderes sobrenaturales. El poder del Espíritu Santo fue dado solamente a aquellos que creían en la verdad y la abrazaban de la manera correcta (Hechos 2:38, 39). La verdad bíblica no es compatible con la creencia en el alma inmortal, el trinitarianismo, y la recompensa de los justos en el cielo. Al contrario, estas doctrinas no son enseñadas en ninguna parte de la Biblia. Así que los que las adoptan o enseñan están en error. Siendo falsas estas ideas, los que las respaldan no pueden tener los dones del Espíritu Santo, no importa cuánto lo proclamen. Hubieron algunos, aun en los días de los apóstoles, quienes falsamente pretendieron poseer el Espíritu Santo, debido a ciertos poderes carismáticos que manifestaban. Hechos 19:13 afirma:
Esto es hecho actualmente por falsos religiosos que sostienen poseer el Espíritu Santo. Puede que sean sinceros, pero con seguridad se engañan a sí mismos. Un caso de estos recientemente llamó la atención. Una prominente personalidad de la televisión sostuvo haber hablado en lenguas. No entendía lo que decía, pero alguien más lo interpretó como un dialecto chino, aunque dijo que él tampoco lo podía entender. ¿Hablaría un Dios de sabiduría y orden de este modo? Nuestro personaje no se daba cuenta de que si hablaba por el Espíritu Santo, sus afirmaciones serían tan inspiradas como las de la Biblia (véase Hebreos 1:1) y, sin embargo, ¡no entendía lo que decía, ni podía recordar qué mensaje había proclamado! Esto a pesar del hecho de que la concesión del Espíritu Santo fue establecida, según Jesús, para que enseñara todas las cosas y recordara a sus discípulos todo lo que él les había dicho (Juan 14:26). Aquel hombre pareció totalmente sincero; pero estaba tristemente equivocado. Dios es un Dios de orden, no de confusión (1 Corintios 14:33) y hablaría sencilla y simplemente a cualqlhabuiera a quien él deseara dictar un mensaje. El espíritu que debemos manifestar
¿Cuál es ese Espíritu? No es el poder de efectuar milagros. No es una emanación celestial que nos impulsa a actuar fuera de nuestra propia voluntad. No es algo que se puede obtener sin ninguna conciencia o esfuerzo de nuestra parte. La Biblia claramente muestra lo que es. Jesús enseñó: "Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida" (Juan 6:63). El Espíritu, por consiguiente, comprende el poder de la verdad predicada por el Señor Jesús. Si caminamos de acuerdo a esta verdad, no satisfaremos los deseos de la carne, sino que manifestaremos los frutos del Espíritu: "...amor, gozo, paz..." También los apóstoles enseñaron que el Espíritu disponible hoy día es el poder de la verdad en el creyente. Ellos declararon:
Un entendimiento de la enseñanza de la Biblia comprende el tema del Espíritu en la forma en que está disponible actualmente. Tal entendimiento puede ser la más poderosa influencia en nuestras vidas. Es denominado "Espíritu" porque vino de Dios al hombre por medio del Espíritu de Dios (Hebreos 1:1; Nehemías 9:20). Por su medio el hombre puede vencer el poder del pecado y finalmente la muerte. Por su medio puede desarrollar la fe (Romanos 10:17), y obtener la victoria sobre sí mismo y sobre el mundo (1 Juan 5:4). La verdad de Dios revelada en la Biblia es el medio señalado por El para la santificación de sus siervos (Juan 17:17; 15:3). Puede cambiar el punto de vista de una persona, creando en ella la mente de Cristo, y ésta, manifestándose en su vida, la hará aceptable a Cristo en su venida. Para tal fin, los cristadelfianos le exhortamos, estimado lector, a entregarse al estudio de la Biblia, porque entendiendo y aceptando su mensaje puede tener la esperanza de recibir la vida eterna cuando venga el Señor Jesucristo a reinar en la tierra (Hechos 1:11; Apocalipsis 5:9, 10). Traducido del inglés por Nehemías Chávez Zelaya Publicado por la Misión Bíblica Cristadelfiana Los Cristadelfianos somos una comunidad mundial de estudiantes de la Biblia. Si quisiera saber más acerca de nosotros y nuestras enseñanzas, por favor tomese unos momentos para navegar a través de www.labiblia.com. Tenemos aquí un muy amplio surtido de información acerca de nuestras creencias, y las verdaderas enseñanzas de la Biblia |
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