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Tu Adversario el Diablo
1. LA BIBLIA Y EL PECADO La respuesta normal a esta pregunta es echar la culpa a un ser sobrenatural conocido como "el diablo." Generalmente se hace esta sugerencia sin siquiera pensar en lo que la palabra diablo realmente significa, haciéndola nada más que un refrán. Sin embargo, un asunto tan importante como el origen del pecado humano no puede ser puesto a un lado como cosa sin seriedad, por lo que en estas páginas nos proponemos investigar el tema con miras a llegar a un entendimiento correcto del mismo. La verdad sobre el pecado El diccionario nos informa que la palabra "diablo" viene del vocablo griego diábolos, que significa "calumniador," o "el que acusa falsamente." Entonces, en el origen de la palabra "diablo," no hay la menor sugerencia de un tentador, y mucho menos de un ángel caído u otro tipo de monstruo sobrenatural. Encontramos la palabra diábolos sólo en el Nuevo Testamento, donde aparece 38 veces. En 35 de estas ocasiones es vertida "diablo" y en las 3 restantes es traducida dos veces "calumniadoras" y una vez "calumniadores." Es importante que notemos quiénes son los calumniadores referidos en estos tres casos. En uno de ellos, las ancianas de las iglesias de Creta son amonestadas a que no sean calumniadoras (Tito 2:3). En otro, son las esposas de los diáconos las que son aconsejadas en el mismo sentido (1 Timoteo 3:11), mientras que en el tercer caso se profetiza de que en los últimos días los hombres en general serán calumniadores (2 Timoteo 3:3). Estas traducciones del vocablo diábolos, en casos donde la idea de un monstruo sobrenatural que incita a pecar es claramente inapropiada, nos sugieren que sería recomendable estudiar con cuidado los restantes 35 casos en los que diábolos es transcrito "diablo." Al examinar estos, descubriremos que en ningún caso la sustitución de la traducción "calumniador" por "diablo" perjudicaría el sentido. En muchos casos, lo aclararía, haciendo ver que al igual que en los tres casos arriba mencionados, la palabra "diablo" no designa un monstruo malvado, sino el pecado, o alguno de los individuos u organizaciones humanas que lo practican. Cada apariencia de la palabra tiene que ser estudiada en su contexto para ver exactamente a qué o a quién se refiere. No será posible comentar en este folleto todos los pasajes, pero consideraremos los más típicos. Ciertos casos que exigen una explicación más amplia, como la tentación de Jesús, serán considerados en forma más detallada. "Uno de vosotros es diablo" Aun esta expresión de fe resplandeciente no confortó del todo a Jesús, ya que dijo: "¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?" (Juan 6:70). Jesús hablaba de Judas Iscariote, quien más tarde lo entregaría a sus enemigos. Judas era en verdad un diábolos, un calumniador o acusador, ya que más tarde traicionó a su Maestro con un beso. El uso de la palabra moderna "diablo" es erróneo y engañoso, ya que Judas era un hombre, no una criatura sobrenatural, y la traducción correcta de diábolos pondría esto bien en claro. Cuando vino el momento para que Judas pusiera en movimiento su plan para guiar a los enemigos de Jesús al Señor, está escrito que el diablo puso en su corazón que entregase a su maestro (Juan 13:2). Con esto la Biblia señala las maquinaciones de la mente perversa del traidor, quien era tan desleal como para traicionar a su Señor por treinta monedas de plata. Como Jesús había ya dicho, Judas mismo era el diablo o falso acusador de Jesús. Quien concibió la traición fue él mismo, un ser humano, no un monstruo sobrenatural. La avaricia de este hombre fue el principal motivo de su horripilante acción. Previamente, como tesorero de la compañía de Jesús, se había apropiado de los fondos de la bolsa, y ahora, quizás avivada por su desilusión ante el hecho de que Jesús no había usado sus poderes milagrosos para echar a los invasores romanos fuera de su país, su codicia había provocado el pecado que pronto lo destruiría. "Hijo del diablo" De modo similar, cuando los judíos buscaban a Jesús para matarlo, habiéndolo acusado falsamente, Jesús les respondió: "Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer" (Juan 8:44). Una vez más, los judíos no eran los hijos de un ser sobrenatural; sin embargo, eran "hijos" o participantes de una manera de pensar calumniadora. El Apocalipsis contiene las cartas que Jesús escribió a las siete iglesias. Una de ellas fue dirigida a los miembros de la iglesia de Esmirna, una ciudad cerca de la costa oeste de Asia Menor. Jesús les avisó que su fe les traería muchas tribulaciones, diciendo: "No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, que el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel" (Apocalipsis 2:10). Ahora, los cristianos fueron en verdad encarcelados en Esmirna y muchas otras partes del imperio romano, pero no fueron capturados por un ser sobrenatural. Sus tribulaciones vinieron de las autoridades romanas, quienes falsamente los acusaron de llevar a cabo actividades sediciosas. Es evidente que hasta este punto, nuestra investigación no ha producido evidencia de que la palabra diábolos describa un ser sobrenatural maligno. Sin embargo, falta examinar otros pasajes más. 2. SATANAS Primeramente, encontramos que la palabra "Satanás" ocurre en los dos testamentos de la Biblia, 19 veces en el Antiguo y 36 en el Nuevo. Originalmente es una palabra hebrea, satán, que ha sido introducida sin traducir en la Biblia castellana. No es un nombre propio, sino una palabra común y corriente que significa simplemente "enemigo" o "adversario," y en sí no indica en lo más mínimo un tentador sobrenatural. La palabra hebrea satán no siempre aparece en las Escrituras en la forma "Satanás." En catorce ocasiones en el Antiguo Testamento es traducida "adversario," "enemigo," "los que calumnian," "acusar" o "resistir." Una consideración de algunas de estas ocurrencias ilustrará el significado fundamental de la palabra. El Rey David como Satán ¿Un ángel fiel como Satanás? En un principio, Dios le prohibió a Balaam acercarse a Balac. Pero cuando los mensajeros de Balac vinieron por segunda vez con mayores presentes que antes, y Dios se fijó de que Balaam quería ir, le dio permiso de acompañarlos. Ansioso de recibir la recompensa prometida por Balac, Balaam se levantó temprano al día siguiente, ensilló su asna, y emprendió la marcha. Sin embargo, un ángel del Señor, invisible a Balaam, se puso en el camino por adversario (hebreo satán) suyo, con una espada desenvainada en su mano (Números 22:22). El asna vio al ángel, y salió del camino, yéndose por el campo. Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino, el cual pasaba entre dos viñas con paredes a ambos lados. Una vez más el ángel se interpuso en el camino y una vez más el asna intentó evitar al ángel. Apretó el pie de Balaam contra la pared, y su dueño la volvió a azotar. Imposibilitada de pasar a causa del ángel, el asna se echó en el suelo, por lo que fue duramente golpeada. Entonces le fue dada al animal la capacidad de hablar y "refrenó la locura del profeta" (2 Pedro 2:16). Finalmente Balaam vio al ángel, quien después de reprender a Balaam por haber maltratado su asna, le permitió continuar su viaje hacia Moab. Sin embargo, cuando Balaam llegó al país, no pudo maldecir a los israelitas, sino que los bendijo, ante la gran sorpresa de los moabitas. En este caso un ángel del Señor, ejecutando fielmente las órdenes de Dios, es llamado un satán, no porque era una criatura malvada, sino sencillamente porque fue un adversario al mago Balaam. El apóstol Pedro como Satanás Jesús sabía que a pesar de ser el Hijo del Dios viviente, dentro de poco tiempo tendría que afrontar el suplicio de la cruz, y empezó a preparar a sus discípulos para su ausencia. Les dijo que tenía que ir a Jerusalén y que sería maltratado por los principales sacerdotes, quienes al final lo matarían. También les dijo que al tercer día resucitaría de entre los muertos. Estas declaraciones eran algo que sus discípulos no podían entender ni creer. ¿Cómo podía un hombre capaz de sanar a tantas personas, y aun resucitar a los muertos, dejar que lo matasen? Como era su costumbre, el apóstol Pedro expresó inmediatamente su opinión: "Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca." Inmediatamente el Señor respondió a Pedro: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres" (Mateo 16:23). O como lo expresa otra versión de la Biblia, "Tú no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres" (versión Dios Habla Hoy). Aquí hay un sorpresa para el apóstol. Primeramente su Señor le había dicho que las llaves del reino de los cielos le serán confiadas; y ahora le dice que es Satanás. Si nosotros suponemos que el término Satanás se refiere a un tentador sobrenatural, el pasaje es incomprensible. Pero si le damos su significado fundamental de "adversario," entonces lo entendemos claramente. Pedro fue en verdad un adversario para Jesús en aquella ocasión, ya que si Jesús le hubiese hecho caso, habría intentado evitar la cruz. Entonces todo el propósito de su existencia se habría frustrado, ya que si no hubiera entregado su vida, no habría habido salvación para los hombres. Un aguijón en la carne La palabra "de" no aparece en el texto original de la frase "mensajero de Satanás," y la expresión realmente significa "un mensajero, un adversario." Aparentemente, el aguijón en la carne del apóstol Pablo era alguna enfermedad o dolencia. No la podemos identificar precisamente, pero en otro pasaje también el apóstol habla de una debilidad física de que padecía (Gálatas 4:13). La palabra que se usa es asthenia, que significaba una afección paralítica. Tal vez influyó en el habla del apóstol, ya que con respecto a su enfermedad o dolencia, sus enemigos corintios decían: "la presencia corporal [de Pablo] es débil, y su palabra menospreciable" (1 Corintios 2:3; 2 Corintios 10:10). Sea lo que fuese, el aguijón en su carne era claramente un obstáculo y un adversario para él, obstruyendo y dificultando su tarea de predicar el evangelio. De manera que en este caso, el término "Satanás" es usado para describir una enfermedad física del apóstol. Ananías y Safira Más tarde, su mujer Safira, ignorando lo que había acontecido, entró en la habitación y contó la versión que había tramado con su marido; a lo cual el apóstol dijo: "¿Por qué convinisteis en tentar al Espíritu del Señor? He aquí a la puerta los pies de los que han sepultado a tu marido." Inmediatamente Safira también cayó muerta (Hechos 5:1-11). Aquí vemos el engaño y la avaricia en el pensamiento de estas dos personas, lo cual los llevó a la muerte. Se habían convertido en adversarios de la verdad, porque querían que se les estimara generosos, y sin embargo querían quedarse con sus riquezas. Entregado a Satanás Si Satanás es realmente un tentador inmortal, no parece tener sentido entregarle un pecador para disciplina de modo que éste se arrepienta. En este caso, Satanás representa simplemente el mundo no cristiano, que es enemigo de la fe cristiana, y en el que el pecador iría a parar al ser expulsado de la congregación. La esperanza de Pablo es que la ingrata sorpresa de encontrarse una vez más en el mundo de donde había salido, induzca al pecador a que se arrepienta. Satanás pisoteado De modo que si cambiamos la palabra "Satanás" por "adversario" en los pasajes donde aparece, se podrá interpretar cada vez de acuerdo a su contexto, sin que sea necesario recurrir a la idea de un agente inmortal del mal. 3. "SATANES" HUMANOS Y ANIMALES La serpiente en el huerto de Edén El Satanás del libro de Job Estos hechos son narrados en los dos primeros capítulos del libro, donde la palabra satán ocurre catorce veces. El resto del libro está dedicado a discusiones sobre el problema de los sufrimientos de Job. Este discute con sus tres amigos Elifaz, Bildad y Zofar, con la intervención posterior de Eliú, y la demostración final de la maravillosa fuerza del Todopoderoso. La palabra satán en el libro de Job es la que, como ya vimos, frecuentemente se traduce "adversario" y casi siempre se refiere a seres humanos. Nada en este libro nos sugiere que el satán era un ángel caído o tentador inmortal. Aparentemente no era diferente en apariencia de los demás hombres que vinieron con él ante la presencia de Jehová. El poder con que Job fue afligido provenía de Dios, ya que éste dijo a Satanás: "Tú me incitaste contra él [Job] para que lo arruinara sin causa" (Job 2:3). Al final del libro se comenta que los amigos y familiares de Job "le consolaron de todo aquel mal que Jehová había traído sobre él." Parece que Satanás era simplemente algún enemigo humano de Job, probablemente un vecino envidioso de él. La idea de un tentador sobrenatural solamente se encuentra en el libro de Job si es puesta allí por el prejuicio del lector. Satanás a la diestra
En este pasaje, debemos tomar en cuenta el hecho de que la primera vez que aparece la palabra satán, ha sido traducida "adversarios"; pero la segunda vez ha sido transcrita, sin traducir, en la forma "Satanás." No hay ninguna justificación para este cambio. Aquellos que le devolvían mal por bien eran satanes o adversarios para el salmista. Era meramente justo que cuando el adversario fuera llevado a juicio a su vez, también tuviera a su lado un adversario, en este caso un adversario justo, para exponer sus delitos y asegurar su castigo de la misma manera en que él perseguía a otros. En los versículos 20 y 29 de este mismo salmo, la palabra hebrea satán ha sido traducida "los que me calumnian." El salmista obviamente está hablando de sus enemigos humanos, por lo que se puede ver una vez más que el uso de la palabra satán en la Biblia no implica en lo más mínimo que se esté hablando de un ángel caído o un monstruo sobrenatural. Lucero
La primera cosa que notamos en este pasaje es que no hay la menor sugerencia de que se trate de un tentador de hombres. Es cuestión de la ambición desmedida de quienquiera esté siendo representado. En segundo lugar, este individuo no es descrito como un ángel caído, sino como "el varón que hacía temblar la tierra." El problema se resuelve cuando examinamos el contexto del capítulo. Los versículos 4 a 6 dicen:
Lucero no era un ángel caído sino simplemente el rey de Babilonia, un hombre ambicioso de reinar como un dios, pero que fue derrotado por sus enemigos y arrojado en el polvo. Este es el único versículo en la Biblia donde aparece el término Lucero (o Lucifer). Se deriva de una palabra hebrea que significa "brillar" y designa el planeta Venus, conocido como la estrella de la mañana. Entonces, es una palabra apropiada para describir irónicamente al ambicioso y vanaglorioso monarca de Babilonia. El querubín ungido
Los términos diablo y Satanás no son mencionados en este pasaje, pero algunos piensan que las palabras citadas se refieren a tal criatura. Sin embargo, esta idea es insostenible cuando descubrimos en el contexto que el personaje a quien se dirigen estas palabras es el orgulloso príncipe de Tiro, quien se jactaba de su poder y riquezas, y quien es descrito como "un hombre y no dios" (versículo 2). El pasaje citado arriba es simplemente una descripción metafórica de la gloria y el orgullo de este rey. Josué el sumo sacerdote Esta escena es parte de una visión simbólica y su explicación debe buscarse en los sucesos que ocurrían en aquellos días. Josué era el sumo sacerdote durante el período en el que el templo judío fue reconstruido, después del regreso de los judíos de Babilonia. Este proyecto fue resistido por los gobernadores locales que eran dirigidos por un hombre llamado Tatnai, y sólo fue después de muchas peticiones y averiguaciones que el Rey de Persia, en aquellos tiempos señor de Palestina, dio permiso para que la obra fuera acabada (Esdras 5:7). La visión fue una predicción del curso de la historia. Tatnai era un satán o adversario para los judíos, ya que se oponía a sus labores. Sin embargo, fue reprendido por Dios, y su oposición se desmoronó. Eventualmente Josué vio la terminación de la obra de reconstruir el templo, una bendición simbolizada por su cambio de ropa y la colocación de la mitra en su cabeza. Una vez más, no hay aquí ninguna alusión a un Satanás inmortal, sino solamente a un adversario humano. 4. LA VERDAD SOBRE EL PECADO Sin embargo, antes de comenzar, sería aconsejable dirigir nuestra atención a la clara enseñanza de las Escrituras sobre el pecado; sobre la razón por la que el hombre peca; y sobre el medio de la eventual eliminación y destrucción del pecado. Cada individuo es su propio diablo
Y el apóstol Santiago escribe:
Nosotros sabemos por experiencia propia con qué exactitud estos versículos describen la tentación y el proceso que nos lleva al pecado. A menos que rechacemos inmediatamente el impulso de hacer el mal, nos encontramos rápidamente deslizándonos hacia el pecado. Nuestro propio corazón provee la incitación, y en este sentido, cada persona lleva dentro de sí su propio diablo (calumniador de Dios) y Satanás (adversario de Dios). Heredamos esta naturaleza de Adán y Eva, quienes fueron los primeros pecadores. Las Escrituras describen esta situación de la siguiente manera:
Como Adán, aunque no en la misma manera, "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). En este sentido el diablo, el cual calumnia la rectitud de Dios y le deniega obediencia, es la personificación de la tendencia a pecar que existe en el corazón y mente de cada ser humano. Esta misma verdad de que el pecado es un producto del corazón humano, y no de la incitación de un monstruo sobrenatural, también se enfatiza frecuentemente en el Antiguo Testamento. Por ejemplo, en las primeras páginas del libro de Génesis, leemos:
De modo similar, Dios dice en Génesis 8:21 que:
y el profeta Jeremías testifica:
En el capítulo anterior de Jeremías, Dios denuncia la mala conducta del pueblo de Israel, pero es muy significativo que no echa la culpa a un supuesto tentador inmortal, sino que responsabiliza a los israelitas mismos por su desobediencia, diciéndoles:
Según los pasajes arriba citados, vemos claramente que la enseñanza bíblica es que el pecado que comete el hombre se origina completamente en su propio corazón perverso; no hay la menor sugerencia de que un tentador inmortal induzca al hombre en el pecado. "El imperio de la muerte" "Vida eterna" Jesús el Salvador Las Escrituras afirman claramente este aspecto de la humanidad de Jesús. Escribiendo sobre la relación que existe entre Dios y los creyentes a través de la mediación de Jesús, la epístola a los Hebreos dice: "No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza" (Hebreos 4:15). La misma epístola dice que "en los días de su carne" Jesús ofreció a Dios "ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas" (Hebreos 5:7). La cruz que él tuvo que soportar fue un horrible suplicio, ya que rogó: "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa" (Mateo 26:39). Sin embargo, no fue posible; y Jesús tuvo que sufrir la horrorosa tortura y degradación de la crucifixión. "Vivo por los siglos de los siglos"
Si nosotros creemos que el diablo es un tentador inmortal, este versículo es incomprensible, ya que ¿cómo puede ser destruida una criatura que nunca muere? Además, ¿cómo fue posible que Jesús destruyera tal criatura por medio de su propia muerte? Sin embargo, cuando nos damos cuenta de que el diablo representa la naturaleza humana pecaminosa, no es difícil comprender este pasaje. Aunque Jesús fue tentado como cualquier otro hombre, hubo una vital diferencia entre él y nosotros: él nunca se rindió ante la tentación. Durante toda su vida guardó los mandamientos de Dios, y la cruz, cuando vino, fue la culminación de una vida perfecta. Jesús no hizo pecado, sino que fue "santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores" (1 Pedro 2:22; Hebreos 7:26). Por primera y única vez en la historia, el pecado fue vencido con éxito. Jesús destruyó el pecado, es decir, al diablo, en sí mismo, y a consecuencia de esto, el poder de la muerte sobre él fue también destruido. Aunque murió, fue resucitado de entre los muertos y recibió vida eterna; y pudo decir: "Yo soy el que vivo por los siglos de los siglos" (Apocalipsis 1:18). El pecado vencido El evangelio Al creer en el evangelio, arrepentirse sinceramente y aceptar la salvación de Jesús, el creyente debe ser bautizado por inmersión en agua para la remisión de sus pecados. Sale del agua una nueva criatura, y entra a una nueva vida basada en la del Señor. Entonces se requiere de él que se despoje "del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos" (Efesios 4:22) o, en otras palabras, se exige que luche contra el pecado hacia el cual está inclinada su naturaleza humana. Esto, como ya hemos visto, significa combatir el diablo de la Biblia. En sus intentos, el creyente no saldrá enteramente victorioso, ya que todavía es humano y tiene todas las tendencias humanas; pero si resiste a estos impulsos, ellos se apartarán de él. Aunque sucumba al pecado ocasionalmente por la flaqueza de la carne, puede pedir perdón a Dios en el nombre de Jesús, quien habiendo experimentado la naturaleza humana, conoce todas sus debilidades. En las palabras del Padre Nuestro, el Salvador no meterá al creyente en tentación, sino que lo librará del mal. La destrucción del diablo 5. DEMONIOS Y ESPIRITUS MALIGNOS Creencias griegas Los romanos tenían las mismas creencias que los griegos, y aun entre los judíos, siempre dispuestos a adoptar las falsas opiniones religiosas de las naciones vecinas, muchos llegaron a creer en los daimonia. Esta creencia de aquellos que vivían en el tiempo de Jesús servirá para introducirnos al uso de la palabra demonio en las Escrituras. Beelzebú o Baal-zebub Beelzebú o Baal-zebub era un ídolo de los filisteos. Su nombre probablemente significa "Señor de las moscas." El rey Ocozías de Israel mandó mensajeros al templo de Baal-zebub cierta vez, preguntando si él se repondría de un accidente que había tenido, lo cual indica que aun en esa época tan temprana de la historia de Israel, los judíos ya habían aceptado la demonología de las naciones vecinas. La preferencia de Ocozías por Baal-zebub antes que por Dios, el Creador, lo llevó a su muerte (2 Reyes 1:2-4). Vale la pena mencionar que, aunque Beelzebú era meramente un ídolo impotente, Jesús no afirmó este hecho sino que se sirvió de las ideas de sus adversarios para ridiculizarlos. El no reconocía realmente la existencia de un dios viviente llamado Beelzebú, como tampoco aceptaba la idea de que existieran demonios que realmente pudieran tomar posesión de seres humanos. La locura En el momento en que Jesús fue acusado de echar fuera a los demonios en nombre de Beelzebú, estaba rodeado de una muchedumbre tan numerosa que no tenía el tiempo ni el lugar para comer. Sus amigos, queriendo protegerlo, fueron a sacarlo de la muchedumbre, diciendo: "Está fuera de sí" (Marcos 3:21). En el lenguaje de aquellos tiempos, bien podrían haber dicho: "Tiene demonio." Estos dos pasajes indican que a lo que la gente de los días de Jesús llamaba posesión demoníaca, nosotros llamaríamos locura. Esto está confirmado por el ejemplo de una curación de Jesús. Cuando él fue a la tierra de los gadarenos, vino a su encuentro un hombre que estaba "endemoniado." No usaba ropa ni vivía en una casa, sino que moraba entre los sepulcros. Los intentos de atarlo con cadenas y grillos habían resultado inútiles, porque en su furor rompía las cadenas y volvía al desierto. Jesús "mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre." Cuando los habitantes de la ciudad oyeron lo que había sucedido, fueron a verlo con sus propios ojos, y encontraron al loco sentado a los pies de Jesús, "vestido y en su cabal juicio" (Lucas 8:26-35). Vemos claramente de que anteriormente no se había considerado que estaba en sus cabales, y que Jesús simplemente curó la locura de la que padecía. La epilepsia La multitud se agolpó para ver lo que pasaría, y Jesús dijo: "Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Entonces el espíritu, clamando y sacudiéndole con violencia, salió, y él quedó como muerto, de modo que muchos decían : Está muerto. Pero Jesús, tomándole de la mano le enderezó; y se levantó" (Marcos 9:17-27). El muchacho era obviamente un epiléptico, y no podría existir una mejor descripción de los síntomas de la epilepsia en ninguna literatura. En el relato del Evangelio de Mateo sobre este incidente, el enfermo es descrito como un "lunático" en la Biblia castellana, pero algunas traducciones de la Biblia, como por ejemplo la Revised Standard Version en inglés, dicen simplemente que era un epiléptico (Mateo 17:14-18). La mudez La ceguera La curación El apóstol Pablo dio su veredicto sobre la inexistencia de los demonios al escribir su primera carta a los corintios. Ciertos cristianos de Corinto iban a festivales consagrados a dioses paganos, los cuales eran en los ojos de sus adoradores, daimonia o "espíritus de difuntos." Para justificar sus acciones, estos cristianos argumentaban: "Un ídolo o demonio no es nada en absoluto, como todos sabemos, y nuestra conciencia no es ofendida cuando vamos a tales festivales." A lo cual el apóstol respondió: "¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios" (1 Corintios 10:18-22). Aquí el apóstol concuerda que los demonios no son nada, y que existen solamente en la imaginación de los devotos. Está claro por lo tanto que los demonios no tienen existencia real y que cuando Jesús hablaba de echarlos fuera, estaba simplemente hablando en términos que para aquellos que lo oían, eran expresiones familiares. Los demonios en el Antiguo Testamento La otra palabra traducida "demonio" en el Antiguo Testamento es shedim, la cual significa "destructor." Es usada para los falsos dioses o ídolos, la adoración de los cuales corrompía el pensamiento de la gente. El primer pasaje (Deuteronomio 32:17) nos dice cómo los israelitas en el desierto sacrificaron a estos ídolos y no a Dios, mientras que el segundo nos relata que llegaron al extremo de sacrificar a sus hijos a ellos (Salmos 106:37). Por supuesto, estos ídolos, como los demás dioses falsos que se mencionan en el Antiguo Testamento, son imaginarios y no tienen existencia real. Como ya vimos en el caso del vocablo "diablo," la palabra "demonio," sea en el Nuevo Testamento donde corresponde a daimón y sus derivados, o sea en el Antiguo, donde corresponde a sairim (peludo) y shedim (destructor), no tiene nada que ver con un malvado ser sobrenatural y los demonios no existen en la realidad. 6. LA TENTACION DE JESUS La tentación de Jesús está descrita por los evangelistas Mateo, Marcos, y Lucas, en pasajes que se complementan unos a otros. Brevemente, los hechos son estos. Inmediatamente después de su bautismo, Jesús sintió una fuerte necesidad de estar a solas para prepararse para su misión. Por consiguiente, fue al desierto y pasó 40 días en ayuno. Al final de este tiempo, durante el cual él estuvo con animales salvajes y fue cuidado por los ángeles, tenía hambre. Las siguientes palabras describen las tres tentaciones que experimentó:
Jesús desechó todas estas sugerencias y quedó libre de pecado Lucas llama al agente de la tentación "el diablo." Marcos lo llama Satanás. Ya hemos notado que "diablo" significa un calumniador o acusador, y que "Satanás" significa un adversario. Hemos visto además que de acuerdo a la Biblia, la tentación realmente surge del propio corazón del hombre. Si aplicamos estos conocimientos a la tentación de Jesús, el caso queda aclarado. Cuando el Señor fue al desierto, estaba lleno del Espíritu Santo y tenía poder ilimitado. No había necesidad de que lo tentara otra persona, fuera mortal o inmortal. Su hambre le sugeriría que convirtiera las piedras en pan. La conciencia de poseer gran poder le induciría a que se apoderara de los reinos del mundo, sabiendo que de todas formas estos ya le habían sido prometidos (Salmos 2:6-8). Su conocimiento de que era el Hijo de Dios le incitaría a presumir de la protección de su Padre. Todas estas ideas fueron rechazadas, y las fieras salvajes de la tentación fueron alejadas; los impulsos que denigraban a Dios, y que eran un adversario a Su propósito, fueron completamente vencidos. Muchas personas encuentran difícil la idea de que Jesús fuera tentado por pensamientos surgidos de sí mismo, considerando que este concepto es una calumnia para Nuestro Señor. Sin embargo, tal idea está completamente de acuerdo con lo que las Escrituras nos dicen sobre Jesús: que aunque era el Hijo de Dios, participó de la misma naturaleza que nosotros, y fue "tentado en todo según nuestra semejanza" (Hebreos 2:14; 4:15). El hecho de que bajo estas circunstancias, Jesús se mantuvo "sin pecado" es lo que lo hace un perfecto modelo para nosotros. Lejos de ser una calumnia, la idea de que Jesús fue tentado por los pensamientos de su propio corazón, pone en la debida perspectiva su maravillosa hazaña y su gloriosa victoria sobre la carne. Satanás cayendo del cielo Las enfermedades a las que estamos sujetos los seres humanos son una consecuencia de nuestra naturaleza pecaminosa y mortal, que a veces se representa en las Escrituras como "Satanás." En este caso, entonces, Jesús ve el éxito de sus discípulos como una victoria sobre el pecado, simbolizado por el término Satanás. Otro caso claro de esto se encuentra en Lucas 13, donde Jesús dijo que una mujer jorobada había sido atada por Satanás desde hacía dieciocho años. Una vez más, el "Satanás" en este caso es obviamente nuestra naturaleza humana corrompida y sujeta a toda clase de flaquezas y enfermedades (Lucas 13:10-16). Los ángeles que pecaron La misma epístola de Judas habla del arcángel Miguel que contendía con el diablo por el cuerpo de Moisés, pero no profirió juicio de maldición contra él, sino que le dijo: "El Señor te reprenda" (Judas 9). Aquí, una vez más, el escritor debe de haber tenido seres humanos en mente. Miguel representa a Moisés, quien continuamente luchaba con el adversario, o calumniador (el pecado) por el bien del grupo de personas (el pueblo de Israel) de quienes él era guía (1 Corintios 10:2). Siempre estaba dispuesto a ponerse a un lado y dejar que Dios mismo decidiera el castigo. Por ejemplo, cuando Coré y sus compañeros se rebelaron, Moisés dijo: "Mañana mostrará Jehová quién es suyo, y quién es santo" (Números 16:5). Miguel
A primera vista, este pasaje parece sugerir que un ser llamado el diablo literalmente estuvo por un tiempo en el cielo; pero cuando el libro de Apocalipsis, el cual se describe a sí mismo como un libro de símbolos, es leído enteramente, vemos que esta interpretación no puede ser mantenida. Al comienzo del libro, en el primer versículo, se nos dice claramente que trata de cosas "que deben suceder pronto." El libro fue escrito aproximadamente 100 años después de Cristo, varios miles de años después de que Adán y Eva fueran tentados y pecaran en el Edén. Por lo tanto, el pasaje no puede referirse a la introducción del pecado en el mundo. Probablemente simboliza la victoria de los apóstoles que lograron establecer la iglesia del primer siglo a pesar de la oposición de los enemigos del evangelio, los judíos y los romanos. La serpiente antigua
Aunque el paganismo fue derrocado cuando Constantino el Grande estableció el cristianismo como la religión del estado del Imperio Romano, la influencia pagana ha persistido en el mundo, y ahora el llamado cristianismo mundial tiene poco en común con el cristianismo original, a no ser el nombre. Su conducta calumnia a Dios y obra como un adversario de Su voluntad. De aquí que debe ser removido. Apocalipsis 20:4 nos dice que aquellos que hayan sido siervos fieles de Jesús vivirán y reinarán con él por mil años. Jesús volverá en poder y gran gloria y derrocará todos los reinos actuales de la tierra, ya que son antagónicos a Dios. Perderán su poderío y serán sujetos al Nuevo Orden establecido por el Señor. Los términos "serpiente antigua," "diablo" y "Satanás" son símbolos del pecado humano y su oposición a Dios. Por el contrario, la Biblia nos dice que al morir en la cruz, Jesús destruyó al diablo, es decir, al pecado, el cual tenía el poder de la muerte (Hebreos 2:14-15). En aquel tiempo, esa destrucción benefició a Jesús solamente, pero su sacrificio nos mostró el camino de la vida, por el cual aquellos que se convierten en siervos de Dios por su obediencia al Padre, pueden vencer las diabólicas y satánicas influencias pecadoras en ellos mismos. Por fe en el evangelio, por el bautismo, y por su imitación de la vida del Señor, ellos pueden prepararse para la segunda venida. Entonces serán llamados al juicio, siendo resucitados de entre los muertos, si han muerto antes de la venida del Señor. Allí el Salvador les dará vida eterna, transformará sus cuerpos para que sean semejantes a su cuerpo glorioso (Filipenses 3:21) y los librará para siempre del pecado y la muerte. Entonces Jesús destruirá para ellos al diablo como ya lo hizo para sí mismo, y los librará de la posibilidad de pecar. F. E. Mitchell Publicado por la Misión Bíblica Cristadelfiana Los Cristadelfianos somos una comunidad mundial de estudiantes de la Biblia. Si quisiera saber más acerca de nosotros y nuestras enseñanzas, por favor tomese unos momentos para navegar a través de www.labiblia.com. Tenemos aquí un muy amplio surtido de información acerca de nuestras creencias, y las verdaderas enseñanzas de la Biblia |
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