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La Cristiandad Extraviada Introducción | La Salvación Cristiana Depende de los Judíos Introducción El interés en los judíos mostrado por los cristianos profesos es solamente de carácter sentimental, y es muy débil y puramente retrospectivo. Tiene su origen en la historia de los judíos, a causa de su relación nacional con la Deidad en los tiempos antiguos, por su antigua mediación como el conducto de la revelación, y por su parentesco en carne y sangre con el Mesías. No se extiende hacia el futuro, excepto en la forma de una preocupación profesa por los intereses espirituales de la nación, en común con los intereses de la humanidad en general. No reconoce ninguna relación entre el futuro de los judíos y la salvación que será manifestada en la tierra; más bien adopta la actitud de agradecer a Dios por un futuro en el cual el judío no tendrá oportunidad como tal. La Salvación Cristiana Depende de los Judíos Veamos la evidencia. Jesús dijo a sus discípulos: "No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mateo 15:24). Que él se refería a los judíos se confirma por otra declaración: "Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel" (Mateo 10:5,6). Posteriormente declaró a la mujer de Samaria en el pozo de Jacob: "La salvación viene de los judíos" (Juan 4:22). Estos pasajes muestran la restricción nacional de la salvación proclamada por Jesús y sus apóstoles. Jesús era un judío nacido en la casa de David, siendo por designación de Dios el heredero del trono de David, y los apóstoles que laboraban con él también eran judíos. Ellos proclamaban un mensaje que vino del Dios de los judíos, y el cual, según las instrucciones originales de Cristo, solamente estaba dirigido a los judíos. Por esto Pablo podía caracterizar enfáticamente el evangelio como "la esperanza de Israel," lo cual hizo en las palabras registradas en Hechos 28:20: "Por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena." También hizo la siguiente declaración con un énfasis particular, defendiéndose personalmente delante de Agripa:
También pudo decir con una veracidad no siempre apreciada:
Es evidente que la salvación proclamada en el evangelio, y que deberá ser aceptada, es intensamente judía en su origen, aplicación y resultado futuro. Es igualmente evidente que esta fue la luz bajo la cual fue considerada por los discípulos después del día de Pentecostés, puesto que leemos en Hechos 11:19 que "los que habían sido esparcidos...pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos." El lector también recordará que Pedro necesitó una revelación especial para instruirlo del propósito de Dios de admitir a los gentiles en las bendiciones de Israel, y aun entonces responsabilizó a Dios por la acción. Pedro mismo no intentó justificar la idea, sino que se disculpó ante sus hermanos por haber predicado a los gentiles, diciendo: "¿Quién era yo que pudiese estorbar a Dios?" (Hechos 11:17). El hecho es que la admisión de los gentiles fue uno de los misterios del evangelio. Esto se deduce de las palabras de Pablo en Efesios 3:4-6:
Los Gentiles se Hacen Judíos en Cristo Consideremos cuidadosamente el tema: Pablo dice que estaba encadenado "por la esperanza de Israel," lo cual equivale a decir que esto es lo que predicaba, viendo que a causa de esta predicación había sido puesto en cadenas. Ahora bien, si Pablo proclamaba "la esperanza de Israel," está claro que no predicaba el conjunto de ideas que ahora se enseñan como evangelio en las iglesias populares; porque ¿en qué sentido podría decirse que estas ideas constituyen "la esperanza de Israel"? ¿Qué esperanza tiene para los judíos el evangelio tradicional? No les promete bendiciones especiales como parte de su desarrollo final. Al contrario, les quita cualquier esperanza que tengan. Les dice que su Mesías no vendrá, y que su esperanza de restauración nacional y engrandecimiento bajo su reinado, en su propia tierra, es carnal e ilusoria. Esto demuestra que no puede ser el evangelio que Pablo predicaba, puesto que el que él predicaba era "la esperanza de Israel." Su característica fundamental sería reconocida como una esperanza judía nacional fundada sobre ciertas promesas hechas por Dios a los progenitores de la nación. Aquellas promesas en las que estaba fundada la esperanza constituyen las buenas nuevas, el evangelio proclamado por Jesús y los apóstoles para ser creído. Aquellos que creen en él obtienen, de las cosas así proclamadas, una esperanza específica. Puesto que la única esperanza verdaderamente cristiana surge de la recepción de la enseñanza doctrinal del evangelio, y puesto que es la base de una esperanza judía nacional, debe ser muy evidente que hay una relación íntima entre la esperanza cristiana y la esperanza de Israel. Este estudio se propone mostrar esa relación, introduciendo, al mismo tiempo, ciertos asuntos importantes que son esenciales para todo el que desee alcanzar un verdadero conocimiento de lo que enseña la Escritura. Los judíos son un pueblo cuyo origen e historia son muy bien conocidos por los lectores asiduos de las Escrituras. Abraham, miembro de una familia caldea, recibió la orden de separarse de su pueblo para ir a una tierra "que había de recibir como herencia" (Hebreos 11:8). Obedeció "y salió sin saber a dónde iba." Fue informado posteriormente que sus descendientes serían una gran nación, con quienes Dios tendría relaciones especiales y que serían objeto de su especial cuidado. En el transcurso del tiempo, la familia de Abraham descendió a Egipto y se estableció como una colonia amistosa. Pero con el tiempo el Faraón los esclavizó, sujetándolos a un amargo gobierno por más de dos siglos. Al fin de ese tiempo fueron libertados por medio de la intervención divina en manos de Moisés; después de variadas vicisitudes se establecieron en la tierra prometida, sujetos a una constitución divina, que establecía que hasta donde la nación fuera obediente a sus requerimientos, permanecería en prosperidad; pero que tan pronto como se apartaran de los estatutos de Dios, quien los había llamado y organizado, la adversidad los abrumaría. La parte subsiguiente de su historia es resumida en una frase: los israelitas fallaron en observar las condiciones de su pacto nacional y fueron expulsados en desgracia de su territorio nacional y dispersados como fugitivos, donde permanecen hasta el día de hoy. [Nota del traductor: Se recuerda al lector que estas palabras fueron escritas en el año 1862, muchos años antes del regreso del pueblo judío a su patria.] El conocimiento de los cristianos profesos no va más allá de estos rasgos históricos generales de los judíos. Ellos consideran la historia nacional judía como un hecho consumado, y el destino nacional como irrevocablemente sellado. No tienen conocimiento de algún futuro para los judíos que afecta el interés del mundo en alguna forma. Piensan que si los judíos se convierten al cristianismo tradicional y se vuelven discípulos de los misioneros que son enviados a convertirlos, entonces posiblemente retornen a su tierra. Pero que lo hagan o no, carece de verdadera importancia. "Los cristianos son la gente que va a la vanguardia, destinados a convertirse en los civilizadores e iluminadores del mundo entero. Los judíos no aparecen por ningún lado; están atrasados y serán probablemente absorbidos por los pueblos dominantes que están llenando rápidamente el mundo de frutos." Este es el sentimiento prevaleciente, y sugerir (como ya lo ha hecho el título de este estudio) que la salvación del mundo depende de la despreciable raza judía, es incurrir en el desagrado del cristianismo popular y la desdeñosa lástima de los sabios de esta generación. Sin embargo, un inteligente respeto por las Escrituras verdaderas hace que un hombre soporte estos resultados desagradables. Puede ver la inutilidad de los propósitos humanos cuando entran en conflicto con los declarados propósitos de Dios. El gran Ordenador ha dicho: "Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos"; y este principio puede verse ilustrado en el tema que estamos analizando. Los "caminos" humanos habrían extirpado a los judíos de la faz de la tierra hace siglos; pero los "caminos más altos" los han preservado en medio de las dinastías gentiles caídas, y la aniquilación de razas gentiles. Hasta este día permanecen como un pueblo distinto e indestructible, aunque dispersado entre las naciones de la tierra. Los "pensamientos" humanos han retirado a los judíos, como nación, de toda relación divina posterior; pero los "pensamientos más altos," mientras por ahora han dispersado a los judíos por su pecado, han decretado la desaparición final de toda otra nación debajo del cielo, y la eterna preservación de la despreciada nación para comunión estrecha con Dios (Jeremías 30:11). Esto será presentado con mayor detalle posteriormente. Mientras tanto, la atención del lector debe dirigirse a los siguientes testimonios con relación a la situación nacional de los judíos delante de Dios:
La Elección de los Judíos es Incondicional
Los sufrimientos nacionales de Israel son sólo la mesurada corrección por medio de la cual Dios los está sujetando; no son evidencia de que Dios los haya rechazado definitivamente. El lenguaje de Jehová en Jeremías 33:24-36 implica que alguien en la antigüedad tomó el punto de vista contrario, sosteniendo, como lo hacen muchos de los que actualmente se hacen llamar cristianos, que Dios ha desechado Su pueblo para siempre, sujetándolos a destrucción. La respuesta es sublimemente enfática:
En Miqueas 4:11-13, leemos:
También en Jeremías 51:20:
Estas son las auténticas palabras del Altísimo. Nos muestran que aunque los judíos están ahora en una condición débil y degradada, están destinados a ser los quebrantadores de todos los reinos bajo el cielo. Así que aun las naciones más poderosas del globo, con todo su orgullo y sensibilidad nacional, tendrán que someterse a ellos o ser destruidos por la roca que será hecha entonces cabeza del ángulo. El Castigo de los Judíos
Esta es una completa respuesta a la pregunta. Afirma que el bien sustituirá al mal que está sobre ellos actualmente, lo cual implica que este tiempo de adversidad nacional llegará a su fin. Nótese además, que se declara que el bien predicho ha sido prometido: "Todo el bien que acerca de ellos hablo." La pregunta que de inmediato surge de la consideración de esta declaración es: ¿Cuál es el bien de que se les habló? En respuesta a esto, leemos en Jeremías 33:14-16:
Su Restauración Bajo el Mesías
Es importante notar el segundo elemento de la "buena palabra": "En aquellos días Judá será salvo, y Jerusalén habitará segura." Debería ser evidente hasta para la mente mas torpe, que tales días aún han de venir. Al presente no hay ningún Mesías ejecutando juicio en la tierra prometida, ni Judá y Jerusalén moran en seguridad, como tampoco ha existido nunca tal estado de cosas. Aún así, la promesa es que la "buena palabra" sustituirá con toda seguridad al mal que ha trastornado la nación. Esta promesa no está limitada a esta sola profecía, ni restringida únicamente a este lenguaje. Leemos en Jeremías 31:28:
Esto será en los días del Renuevo de Justicia cuando reinará y prosperará y ejecutará juicio y justicia en la tierra, pues encontramos en Jeremías 3:17,18 las siguientes palabras:
Leemos algo más en Ezequiel 37:21:
También en Ezequiel 36:24:
No hay manera de evadir el significado de este lenguaje. Está tan definidamente expresado que no puede ser espiritualizado o interpretado equivocadamente. Como para prevenir tal cosa, se expresa de la manera siguiente en Jeremías 31:10:
Por consiguiente, de la misma manera en que los judíos fueron dispersados, también serán recogidos. Fueron sacados de su propia tierra y dispersados entre las naciones: ésta fue la dispersión. Serán reunidos de todas las tierras entre las cuales ahora están diseminados en desgracia, y restablecidos en su tierra como una nación grande: ésta es la recolección. Seguramente esto es claro. Los judíos son ahora burla y proverbio, corroborando la predicción de Moisés; pero en su restauración serán exactamente lo contrario. Serán supremamente honrados en la misma medida en que ahora son menospreciados. Leemos en Sofonías 3:19,20:
También Zacarías 8:23:
El Fortalecimiento de Israel
Cuando esto suceda, los enemigos de Israel serán confundidos. Aquellos que ahora se ríen de ellos y se burlan de su esperanza nacional, se verán abrumados por la retribución a que ellos mismos se están haciendo merecedores. La llegada de los judíos a la cumbre de su prosperidad será su destrucción. Los síntomas preliminares del cambio los llenará de pánico. Este es el testimonio de la Escritura siguiente:
La fatalidad que temen los tomará por sorpresa, como se deduce de las palabras de Isaías, capítulo 49, versículos 25 y 26:
También leemos en Isaías 41:11,12:
De aquí se deduce que habrá una segura destrucción para todos aquellos que actualmente están contra Israel; pero hay bendición disponible para aquellos que los protegen. "Benditos los que te bendijeren, y malditos los que te maldijeren." Este fue el decreto pronunciado por Balaam bajo la influencia del espíritu, y declarado siglos antes a Abraham. Su aplicación es tanto individual como nacional. Las naciones que han sido menos rigurosas en su persecución de los judíos con toda probabilidad obtendrán lo mejor a la venida de Cristo. Inglaterra es primera en esta clase. Ella estuvo entre los perseguidores de la nación escogida en la primera parte de su historia; pero en los siglos recientes, los ha librado de sus cadenas, garantizándoles protección gratuita a sus personas y propiedades, y últimamente ha abolido sus impedimentos, promoviéndolos al rango de ciudadanos, y hasta admitiéndolos en el Parlamento. Las personas que han visto con interés y compasión la raza exiliada, pueden esperar una bendición cuando la voz resonante del burlador no se oiga más. La Renovación Espiritual de Israel
Sin embargo, aunque la restauración nacional como propósito de Dios no dependa de una reforma nacional, habrá una limpieza nacional antes de que la restauración sea efectuada. Aunque los judíos serán recogidos de todos los países sin tomar en cuenta su condición moral, ello no significa que todos serán admitidos en la tierra. Esa admisión dependerá de cada individuo de la nación. Esto es obvio en Ezequiel 20:34-38:
En esto reconocemos una semejanza con lo que les ocurrió después de salir de Egipto con Moisés. Eran entonces una multitud de esclavos incrédulos e ignorantes; y una generación entera (con la excepción de Caleb y Josué) pereció en el desierto. "No pudieron entrar a causa de incredulidad," dice Pablo (Hebreos 3:19). Así que los judíos contemporáneos con el regreso de Cristo no estarán en condición de entrar en la tierra. El suceso los encontrará en su presente estado de degradación y perversión; y la purga descrita en el pasaje anterior será necesaria. Esa selección tendrá lugar en el desierto, como en los días de Moisés, y está señalada en Miqueas 7:15: "Yo les mostraré maravillas como el día que saliste de Egipto." Posiblemente la expresión "como el día," no se refiera a la duración del tiempo sino al carácter de los días. Siendo así, los siguientes testimonios se cumplirán después del proceso:
No Todos los Judíos Heredarán la Promesa La restauración prometida de la nación israelita está restringida a la generación contemporánea con la venida del Mesías. Quizás aun la mayoría de ellos, como hemos visto, serán reunidos solamente para perecer en el desierto como sus antepasados en los días del primer éxodo. No se ha cometido injusticia con las generaciones previas, pues debemos recordar que los judíos son el pueblo de Dios, únicamente en sentido nacional. Ellos son su nación, a quienes El ha escogido de entre todos los pueblos de la faz de la tierra. No los seleccionó con la idea con la idea de conceder beneficios eternos a todos ellos. En lo que se refiere a la salvación eterna conferida por medio de Cristo los judíos están en igualdad de condiciones con los gentiles, aunque nacionalmente su relación con Dios es muy especial, como se manifestará en la época futura. Resumen
Este es un sumario de las cosas que constituyen "la esperanza de Israel," por la cual Pablo fue atado con cadenas. ¿Quién puede dejar de entender que estas cosas son también la base de la esperanza de los creyentes cristianos, como ha sido mostrado en estudios anteriores? La esperanza de los verdaderos cristianos es la venida de Cristo y el establecimiento del reino de Dios, que incluye la restauración de Israel. La esperanza de los judíos es la venida de Cristo, y el establecimiento del reino de Dios. Su esperanza es la misma aunque su relación con ella es ligeramente diferente al principio. El evangelio apostólico es verdaderamente "la esperanza de Israel." Ese evangelio fue, en realidad, una proclamación del venidero restablecimiento del reino de Israel bajo el que es "más que Salomón" y una invitación a participar de la gloria de Israel, bajo ciertas condiciones específicas. Por consiguiente, nadie puede entender el reino de Dios descrito en las Escrituras, la esperanza del evangelio, si desconoce las enseñanzas proféticas que se refieren a la restauración de los judíos, pues tal restauración es un elemento esencial de su establecimiento. De ser omitida, ningún reino de Dios, tal como ha sido revelado, podría existir en la era futura. Objeciones a la Restauración de los Judíos
Esta declaración está en completo acuerdo con los profetas, sin disminuir de ningún modo la fuerza de su enseñanza en lo que se refiere a la característica de los judíos como nación especial, y su futura restauración natural. Es absolutamente verdadero que todos los de Israel, no son Israel; que miles de descendientes de Abraham no son hijos, y que el principio divino es el de considerar "los hijos de la promesa" como descendientes. Esto es ejemplificado individual y nacionalmente. En el caso de los judíos, requerimientos tales como circuncisión, sacrificio, reverencia por el nombre de Dios, y otras cosas innumerables especificadas en la ley, fueron establecidos como condiciones de ciudadanía en la nación, y la transgresión fue castigada con la expulsión. La pena señalada para casi todos los decretos fue "aquella persona será cortada de su pueblo." Por consiguiente, los transgresores, aunque de Israel, no eran Israel, aun bajo la ley. Una completa generación de tales no-israelitas pereció en el desierto; pero esto no anuló la elección nacional de la descendencia de Abraham (a través de Israel). Solamente mostró que los descendientes carnales de Abraham no son necesariamente israelitas por eso, pues se necesita la fe de Abraham junto a su sangre. También individualmente, en lo que se refiere a la herencia del reino, "los que son hijos según la promesa son contados como descendientes." Ningún descendiente carnal de Abraham tiene derecho natural al honor, gloria e inmortalidad del reino, según el pacto. Esto es reservado para una clase de israelitas definida bajo el principio de creer en las promesas. En este sentido, "la carne para nada aprovecha," y aun en lo que respecta a la ciudadanía israelita en el presente estado mortal para nada aprovecha, pues como hemos visto, ese privilegio no es garantizado por simple consanguinidad con Abraham. "Os haré entrar en los vínculos del pacto; y apartaré de entre vosotros a los rebeldes." Esta es una declaración profética. Miles de judíos serán reunidos de todos los países sin poder entrar en la tierra. Aun así esto no destruirá su relación nacional con Dios. Considerando a los judíos, a quienes Dios ha escogido especialmente como una nación, con miras al desarrollo de Su propósito final, cada uno de ellos será recogido en la restauración preliminar. Esta es la declaración de Moisés, quien dice:
Isaías proporciona un testimonio similar, diciendo:
Así que habrá una restauración nacional indiscriminada, sin ninguna referencia a la condición moral individual, como en el caso de las tribus que fueron libertadas de Egipto por medio de Moisés; porque la nación en conjunto es de Dios por soberana elección, y no puede privarse de esa relación aunque sea rebelde y se exponga a Sus juicios destructores. Aun cuando hayan sido reunidos indiscriminadamente, los judíos no serán inmediatamente establecidos en la tierra, sino que de la misma manera que sus antepasados en el día que salieron de la tierra de Egipto (véase el testimonio anteriormente citado de Ezequiel 20), serán sometidos a un proceso de selección en el desierto, del cual ninguno que no esté espiritualmente apto para el privilegio de la ciudadanía bajo el Mesías, podrá escapar. "De las tierras de sus peregrinaciones los sacaré, mas a la tierra de Israel no entrarán" (Ezequiel 20:38). Así, aun en la futura restauración nacional de los judíos, los que son meramente hijos de la carne no serán contados como descendencia, sino solamente aquellos de fe que serán seleccionados por medio de la prueba en el desierto. Entonces, debe ser evidente que se trata de un análisis muy pobre de las palabras de Pablo el que se usaría para destruir la doctrina de la restauración nacional judía. Es una interpretación que el mismo apóstol, si estuviera vivo, combatiría con vigor, porque él ha dejado testimonio de su punto de vista sobre el tema, hablando de "mis hermanos, los que son mis parientes según la carne" (Romanos 9:3):
Aquí contempla Pablo una plenitud judía, una restauración, una regeneración nacional, cuando "haya entrado la plenitud de los gentiles." También previene a los gentiles de no jactarse contra los judíos, en la sabiduría de su propia imaginación (versículo 25). Esto nos introduce al punto de vista de Pablo sobre la restauración de los judíos. Los profetas y Moisés, como hemos visto, predicen la gloriosa restauración y la restitución nacional de la misma nación que ha sufrido la venganza del Todopoderoso por cerca de veinte siglos. ¿Cómo pudo Pablo, quien no hablaba de ninguna cosa que ellos no hubieran predicho (Hechos 26:22), inculcar principios que contradijeran sus enseñanzas? Solamente un conocimiento parcial o una total ignorancia. Solamente una ignorancia parcial o total de las Escrituras pudo conducir a los hombres a basar en el Nuevo Testamento un sistema de doctrina que contradice los claros testimonios de los "santos hombres de Dios" quienes "hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo." Se insiste frecuentemente en otras objeciones igualmente infundadas, pero el limitado espacio a disposición impide mencionarlas. Suficiente se ha dicho para demostrar que la restauración de Israel es uno de los principales rasgos del propósito divino que se desarrollará en el futuro, y que el reino de Dios no puede ser establecido sin su cumplimiento. También es de hecho un elemento del grandioso evento del cual depende la salvación del mundo. "La salvación viene de los judíos" nacional e individualmente. Es importante entender este elemento de la verdad de Dios, para que por medio de nuestra iluminación podamos deshacernos de nuestra condición de gentiles, uniéndonos a una sociedad más elevada, la ciudadanía de Israel, en la cual, siendo "simiente de Abraham" seremos "herederos según la promesa." Robert Roberts Los Cristadelfianos somos una comunidad mundial de estudiantes de la Biblia. Si quisiera saber más acerca de nosotros y nuestras enseñanzas, por favor tomese unos momentos para navegar a través de www.labiblia.com. Tenemos aquí un muy amplio surtido de información acerca de nuestras creencias, y las verdaderas enseñanzas de la Biblia |
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